lunes, 12 de noviembre de 2012

Enamorarse

Enamorarse es una mierda. Es como ponerse unos grilletes etéreos que te hacen pensar y sentir las cosas de otra manera completamente anormal y estúpida.

Es horrible albergar sentimientos que no queremos tener, no podemos elegir cómo reacciona nuestro cuerpo en lo relacionado a las emociones. Pero cuanto más te enfrentes a ello, más sufrimiento tendrás que llevar contigo mismo. En lugar de darle la espalda a lo que sientes, acéptalo como parte de ti mismo. Sé consciente de la presencia de esos sentimientos que te molestan tanto, no intentes echarlos, no se van a ir, y no intentes ignorarlos, no te van a dejar en paz. Acéptalos, pues forman parte de ti quieras o no.

Enamorarse es una mierda, el amor es maravilloso en mi opinión. El amor es el lazo que existe entre dos personas sean del sexo que sean, de la raza o de la ideología que tengan. El amor no entiende de disputas ni de maldad, sólo entiende de perdón, de ganas de ayudar y proteger, de ganas de cuidar a la persona con la que compartimos ese amor. El amor existe entre padres e hijos, no sólo entre parejas. Así es como lo veo yo.

Creo que deberías intentar analizar tus propios sentimientos y aprender a diferenciarlos, porque muchas veces el amor y el odio se dan la mano, pero ambos son lazos separados, igual que enamorarse y odiar a alguien. Son sentimientos muy ligados y muchas veces indistinguibles. Reflexiona sobre ello.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Verdades

Hablemos de verdades. No de aquellas que suenan verídicas, no de las que al oírlas todo parece encajar. Hablemos de auténticas puñaladas, de esas que cuando uno las comprende y se siente identificado con ellas siente cómo algo se revuelve en su interior. Hablemos de rayos de luz que atraviesan nuestra fachada cuando nos enfocan con ellos y alcanzan un punto dentro de nosotros que rara vez visitamos.

Cada uno tiene una lista de cosas que odia, pero es escueta comparada con todas las cosas que odia y no están en esa lista. Cuando a uno le piden que diga cosas que le gustan, la mayoría de nosotros empieza con un "no sé... Hay muchas". Pero la verdad es que no hay tantas, porque realmente odiamos muchas mas cosas de las que nos gustan. Es fácil darse cuenta de lo que nos molesta, incordia o supone un obstáculo para nosotros. Probablemente si nos preguntasen por cosas que odiamos podríamos dar una lista muy extensa a la que podríamos añadir cosas sin parar. Y aunque intentásemos hacer una lista de aquellas cosas, siempre nos quedarían millones de cosas por decir.

El mundo es un lugar amargo donde sobrevivimos. Cada persona busca su lucero en la oscura noche de nuestras vidas, pero escondida entre millones de estrellas es difícil encontrar una luz que tenga algo de especial. Lo buscamos con la vista, mientras alrededor de nosotros acontecen situaciones que juzgamos con insolencia, como si tuviésemos ese derecho. Y aquellos que creen haberlo encontrado se aferran a su luz de esperanza creyendo que su salvación se encuentra en el camino que le guía aquella estrella que ellos han escogido porque creen más conveniente.

No hay mierda más apestosa que la de uno mismo, pero estamos acostumbrados a nuestros propios olores, así que pasa desapercibida.

sábado, 4 de agosto de 2012

Reflexion

Hoy les invito a compartir conmigo una reflexión de trascendencia antropológica que tal vez todos conozcan pero no todos se hayan parado a analizar. Se trata de la forma de actuar con los demás.

Todos sabemos que cada persona es un mundo, cada persona tiene sus cualidades y sus defectos. Pero en común tenemos todos el deseo de llevarnos bien con las personas que tenemos cerca, o al menos todo lo bien que las circunstancias nos permiten. Para llevarse bien con alguien lo único que hay que hacer es intentar agradarles. Se inventaron para ello una serie de normas de educación y protocolos que facilitan la tarea de tener un trato agradable con la gente. Básicamente estas normas se basan en no hacer cosas que puedan molestar a los demás. Y como nadie espera nada de gente que no conoce, basta con limitarse a no molestar a esas personas. No hace falta molestarse en intentar adivinar lo que esa persona necesita, quiere o le gustaría tener, ya que ni esa persona nos lo pide, ni espera que se lo demos. En cambio resulta agradable, extremadamente agradable, cuando alguien que no conocemos de nada nos echa una mano y nos aporta algo más que amabilidad y respeto. Son esos pequeños gestos de amabilidad que ciertas personas observadoras disfrutan haciendo, como por ejemplo cedernos el puesto en el supermercado si ven que llevamos prisa, cedernos el asiento en el metro por pura amabilidad y no por la regla implícita de ceder el sitio a personas mayores o con dificultades, o un caso que me conmovió muchísimo una vez cuando vi a un joven de unos 25 años cargar con las bolsas de una mujer ya de avanzada edad, pero para nada inválida, desde que se bajó del autobús hasta su portal. Al principio la mujer le agradeció la ayuda e insistió en que no era necesario, pero el muchacho estaba dispuesto a ayudarla. La mujer cedió, llenando al muchacho de alabanzas y agradeciéndole con mucha cortesía su acción. Yo iba detrás de ellos, me bajaba en la misma parada, y para sorpresa mía el chico volvió sobre sus pasos tras dejar las bolsas de la señora en el portal de su casa. Casi lloré de alegría.


Pero en cambio existe mucha otra gente que vive en su mundo, que tiene demasiados problemas en la cabeza y que no le importa lo más mínimo la gente que vive a su alrededor. Esta gente es a la que la vida ha tratado mal y como consecuencia se han creado una máscara de odio contra el mundo, se han vuelto autónomos y no esperan recibir nada del mundo ni tienen nada que ofrecerle. Viven aislados. Han perdido su humanidad.


La mayoría de las personas se mueven entre estos dos extremos, en mayor o menor medida. Invito al lector a reflexionar en qué escalón se encuentra y a plantearse si no sería más agradable hacer un esfuerzo por ser como ese chico joven de 25 años, igual de servicial y atento a cualquier necesidad de alguien que le importe,  y también le invito a apreciar, igual que la ancianita, las cosas buenas que hacen los demás por nosotros, valorarlas y demostrarles a estas personas nuestro agradecimiento a base de devolverles un poquito de lo que ellos nos dan.


Cada persona tiene su corazón, su forma de ser y cada uno está dispuesto a entregar una cantidad de cosas. Pero el mundo sería un lugar mejor si todos estuviéramos en el mismo extremo. Por eso creo que es inteligente darse cuenta de lo que uno puede mejorar de sí mismo y no justificarse en el típico "yo soy así y no tengo por qué cambiar". El cambio surge por sí solo en las personas según se adaptan al medio que les rodea. Puede que ahora te vaya bien siendo así de cerrado y egoísta, ya que así es como el mundo te ha obligado a comportarte para protegerte. Pero rectificar es de sabios, y tarde o temprano deberás aprender a manejar las puñaladas que te lanza la vida sin perder la sonrisa de la cara. Porque al final si uno sonríe, es más probable que la gente que nos rodea nos devuelva la sonrisa. A veces hay que hacer cosas aunque no nos salgan por sí solas para adaptarse a situaciones o a personas para conseguir aquello que queremos. No malgastes las oportunidades, porque son limitadas.

miércoles, 20 de junio de 2012

Amor (2)

¿Quién no ha conocido la ilusión? ¿Quién no ha enloquecido ante la perspectiva de un futuro donde somos felices y podemos disfrutar de aquello que tanto nos gusta? ¿Quién no ha estado ligeramente enamorado?

Fuera de toda cordura, hay relaciones que se valoran más por lo positivo que por el balance. El enamorado (o enamorada) es capaz de aguantar mil torturas con tal de poder compartir un instante de felicidad con la otra persona, y no se plantea si le compensa o no, porque lo hace sin pensar, llevado por la locura y la ilusión. Igual que una enfermedad, el amor es la esquizofrenia del populacho, así como la cura a todos sus males. Por amor se mueven montañas. Y luego cuando éste te abandona y sales de tu estado de embriaguez y enajenación mental, es entonces cuando lo culpas de tu desgracia. Estas características podrían incluir al amor entre el grupo de drogas más peligrosas que existen.

Ante este panorama, cada persona tiene una perspectiva. Los hay que consumen sin control, sin pensar en las consecuencias. Los hay que por buscar la droga desesperadamente acaban consumiendo un sucedáneo que les calma por un breve periodo de tiempo, pero que a la larga acaba haciendo más daño. Los hay que consumen por diversión y sin caer demasiado en su efecto de dependencia. Los hay que de tanto consumir se acostumbran y necesitan aumentar su dosis. Y así podríamos definir las múltiples perspectivas que adopta cada individuo. Ninguna de ellas es la mejor y desde luego ninguna es buena o mala. No existe la mejor manera de plantearse las cosas. Cada uno arriesga lo que cree oportuno y ajusta sus criterios a su forma de ser.

Aunque existen ciertas anomalías y casos excepcionales en los que las reglas parecen romperse...

Amor

Un reloj. Tic, tac, tic, tac. La monotonía de un ciclo que reverbera en tus oídos. La repetición incesante de dos sonidos cuyo único propósito es recordarte que a cada toque dispones de un segundo menos de vida. Escucha sus latidos de muerte. Mira a tu alrededor. En la habitación en la que te encuentras no hay más luz que la del sol a través de un pequeño orificio excavado en la piedra, dejando una silueta ovalada sobre el suelo áspero y rocoso.

Sin más, solos tu, yo y aquél rayito de sol. Nos miramos. Tic, tac, tic, tac. Cada segundo es distinto, pero todos parecen iguales. Te oigo pensar, y entre los restos de tu fortaleza rebusco un recuerdo al que aferrarme con el que unir nuestras ideas. Ser uno. Pero hasta los escombros guardan secretos que jamás verán la luz. Tic, tac, tic, tac.
Te cojo la mano, y me sonríes. Pierdo la cuenta de los segundos que llevaba. Me paro en tus ojos y me pierdo en tu mirada. Olvido el tiempo y hasta mi propia respiración. Me adentro en la inmensidad del mar que hay tras la cortina de la vida y navego en dirección a tu hogar. Sueño despierto y siento nuevas sensaciones que jamás habría imaginado. El más mínimo contacto me reduce a migajas, a merced del picoteo de cualquier pájaro hambriento. Me vuelvo vulnerable, maleable como el aluminio. Me transformo en un ser de fuego, abrasando todo rastro de oscuridad que pudiera haber a mi alrededor. Brillo como una antorcha en una cueva, espantando las dudas y los miedos. Todo con un simple contacto.

No puedo decir lo que sentí al besarte. Sólo sé que la luz se extendió a toda la habitación, la roca se volvió mármol y el reloj, una canción. Dicen que es algo llamado amor... 

sábado, 26 de mayo de 2012

Apariencia

La luz es la fuente de todas nuestras visiones. Sin luz, el mundo se vuelve negro y oscuro. Pero en ocasiones la oscuridad revela cosas que nuestros ojos no pueden captar.

Un ejemplo es cuando uno se encuentra en la calle paseando entre los escaparates de las tiendas de moda y las cristaleras de los restaurantes, y en la mayoría de estas cristaleras no ve más que su reflejo. Si quiere que su mirada traspase ese cristal, debe acercarse a él y tapar con las manos toda la luz que viene de su lado, ya que nuestros ojos son incapaces de diferenciar entre dos planos de visión distintos, es decir, que se queda grabado en la retina la imagen con mejor visión.

La gente es igual. Para sobrevivir en un mundo en el que la comodidad se basa en ser aceptado como uno más y cumplir con la mayoría de las expectativas que la gente deposita en uno mismo es necesario reflejar al mundo lo que a uno le muestran: si mañana el 90% de la población se pone un sombrero rojo, tú también te lo comprarás, y no por ello serás una persona diferente.

Para esta metáfora existen muchos tipos de espejos, los cuales no vamos a analizar ahora mismo. Pero cabe resaltar un tipo determinado y escaso que es el espejo deforme. Una persona que mire a otra con este espejo verá reflejada su propia imagen, igual que en el resto de los espejos, pero con deformaciones, devolviéndole a quien lo mira una imagen amorfa y aberrante de la realidad en la que vive. Tras este espejo se esconden personajes entrañables que disfrutan observando las reacciones de aquellos sujetos que se atreven a mirarse en su espejo, y en mitad de su regocijo aprovechan para tomar nota y mejorar la estrategia.

Es bueno, entonces, tener un espejo tras el que resguardarse, y además adaptarlo a tu forma de vivir. Cada individuo adoptará una determinada postura ante este mecanismo de defensa. En resumen, si usted quiere averiguar qué hay detrás del espejo de alguien, deberá acercarse a éste y olvidarse del resto del mundo, ya que es la propia luz de nuestra existencia la que nos ciega ante las verdaderas apariencias de las personas. Os pongo una imagen que sin duda os hará pensar 


viernes, 11 de mayo de 2012

La perdida de un amigo

Hoy os voy a contar, que se siente al perder un amigo/a, con el que has tenido toda la confianza para contarle todo, con el que no has tenido ningún tapujo en decirle si estas enamorado o si odias a alguien, es decir, contarle tus sentimientos.

A veces la vida es muy dura, pero hay que saber afrontar los golpes, encajarlos por mucho que duelan. En esta situación, los golpes duelen más de lo esperado. Es un dolor de rabia y de impotencia, sumado a la desesperación que esto causa. Dices frases como '¿Qué voy a hacer yo ahora?' o 'Ahora con quien voy a hablar, estas frases son causa de la desesperación, pero solo hay que afrontarlas e intentar ser feliz y de recordar los momentos buenos que pasasteis juntos. 


Como ya dije en una ocasión en este blog.Si la vida fuese una carreter. Todos los caminos se cruzan y se separan, al igual que nos juntamos y separamos de las personas que nos rodean, durante este camino uno puede tropezarse. Tropezar es un privilegio, levantarse una obligación. 

martes, 24 de abril de 2012

Fútbol, tú antes molabas...

 Existía, hace no muchos años, una liga en España en la que jugar con los grandes equipos era una oportunidad, todo un orgullo para jugadores y afición,  y no un marrón o una vergüenza. 

 Había un equipo llamado Cádiz C. F., otro llamado U. D. Salamanca, otro Numancia, Extremadura U. D... No importaba, ellos y algunos más podían y de hecho ganaron a los dos grandes, al Real Madrid, al F. C. Barcelona. Matagigantes, bestias negras y equipos revelación...

 Ligas inacabables y disputadas. Ver a la Real Sociedad luchar por el título hasta el final. Penaltis decisivos que en A Coruña y Valencia no se olvidarán. Ver al Villareal hacernos felices con una temporada europea espléndida, maldito penalti de Riquelme... Ver al Superdepor hacer que nos levantásemos del asiento varias veces, en un partido inolvidable con el Milán. Disfrutar de una final de la UEFA donde el representante español, un equipo humilde como el Alavés nos hizo llorar y comprender que a veces una derrota es una grandísima victoria.

 Derbis tan o incluso más interesantes que el cada año dos veces "partido del siglo", como los vibrantes Sevilla - Betis, Dépor-Celta, los derbis canarios, y qué decir de los derbis vascos. Equipos "pequeños" que podían y ganaron la Liga, como el Deportivo, el Valencia, Atlético de Madrid, o la Copa, como el Espanyol, el Getafe, Sevilla, Zaragoza, Mallorca...

 Aquello era fútbol señores, y sobre todo... Eso era una LIGA.

domingo, 22 de abril de 2012

Esperanza

Cuando a alguien no le quedan opciones o el fin es inevitable, se puede hablar de 'derrota'. Cuándo no está en tus manos el destino de alguien o de algo, entonces se puede hablar de 'impotencia'. Cuando ves que todo a tu alrededor se desmorona y cae, junto con tu ánimo, entonces se puede hablar de que 'estas perdido'.

La fortaleza de una persona se puede medir de muchas maneras, pero la más notable es cuando a uno le viene la avalancha. Bien por un golpe de destino, o por la sucesión de eventos, la fortaleza de una persona se pondrá a prueba cuándo afronte la situación. Si esa persona se deja llevar por la oleada de sentimientos ácidos que le invaden y le abruman, se ciega completamente y para esa persona se acaba la esperanza. Si una persona pierde algo y no lucha por recuperarlo, lo da por perdido para siempre, entonces pierde la esperanza.

La esperanza es aquello que nos impulsa a vivir, es nuestro motor, es lo que nos hace decir "Sí, voy a hacerlo" . Nadie hace algo sin pensar que puede lograrlo. Nadie en su sano juicio intentaría escalar una montaña sabiendo de antemano que no puede hacerlo. Por eso, la esperanza es la bandera de nuestra fortaleza. Simboliza nuestra condición inconformista, significa "pase lo que pase lo voy a afrontar porque sé que podré con ello". Significa la voluntad de luchar, la sensación de poder, la confianza en uno mismo y en aquellos con los que comparte su objetivo.

Conclusión: Aquél que pierde la esperanza pierde la voluntad de vivir. Y no existe una clave mágica para tener esperanza, pero sí existe una frase que deberá recordar el que lea esto en aquellos momentos de abandono, cuando sienta que todo está perdido y cuando crea que ya no hay posibilidad de lograr tu objetivo.

FRASE:

"Si me juzgan, no dirán que no lo intenté hasta el final" 


En mi caso estas palabras me han llenado de coraje, de valor, de fuerza. Significa que si fracasas, nadie podrá culparte de haberte retirado por cobarde, sino que se dará cuenta de que donde otras personas habrían abandonado, tú has luchado hasta el final. Por eso animo a todas las personas que luchan por algo en su vida a que lo persigan hasta que no quede más opción que retirarse. Porque una vida para rendirse es una vida para olvidar. 



miércoles, 18 de abril de 2012

Tropezando

El valor de una derrota, reside en la experiencia que uno a nivel personal gana. Gracias a todas las veces que nos equivocamos, en las que perdimos algo, o simplemente no tuvimos lo que esperábamos, gracias a todas aquellas veces en las que nos dijeron que no a algo, en todas esas ocasiones crecemos y nos hacemos más fuertes. El dolor que causan todas aquellas lagrimas derramadas y la decepción en los ojos y en el corazón son un elemento de aprendizaje bastante fuerte, pues son nuestras emociones las que nos hacen recordar con más fuerza los errores que tuvimos para poderlos preveer.

Pero para la persona que está metida de lleno en esa amarga situación, no hay consuelo posible que cure su dolor, ni palabras para curar sus heridas. Pero en cambio esta vez, ofrezco una visión más optimista a todas aquellas personas que lo ven todo oscuro, que temen al dolor, que no se arriesgan por miedo a fallar, que nunca se aventuran por miedo a lo que les pueda pasar, esta es mi visión:

Si la vida fuese una carretera, hay mil maneras de recorrerla. Todos los caminos se cruzan y se separan, al igual que nos juntamos y nos separamos de las personas que nos rodean, durante este camino uno puede tropezarse. Tropezar es un privilegio, levantarse una obligación. NUNCA podrás evitar caerte, pero si en lugar de mirar hacia delante te quedas lamentando tus caídas en lugar de aprender de ellas, la carretera que recorres se volverá angustiosa y larga. Por este motivo animo a todos a seguir luchando, y a mantener la cabeza alta pase lo que pase, sin menospreciarse por no tomar siempre la decisión correcta.

Conclusión: La vida da muchas vueltas y a cada esquina que giras tienes una nueva oportunidad. Sé fuerte, sé valiente, y sobre todo nunca te pares. Sigue caminando. Y a ser posible, hazlo con una sonrisa en la cara, porque si sonríes, el mundo te devolverá esa sonrisa.

Vida, esa cruel y sádica mentira

Para darle mas realismo a la historia pincha en este link http://www.rainymood.com/



               <para darle aún más realismo a la historia mientras escuchas la tormenta escucha esta canción>





La historia comienza con un anciano de unos 90 años a lo sumo, ve a través de la ventana empañada, cómo ríos de agua bajan por el cristal, ya son 5 días así, la niebla cubría los edificios más cercanos, lo que envolvía al mundo en una gran y triste soledad. El anciano se encontraba en la oscuridad de su habitación, con las cortinas de encaje entreabiertas, para dejar pasar un poco de luz que pudiera ofrecer este oscuro día. Todo a su alrededor parecía aún más antiguo, entre esas cuatro paredes de color amarillo pálido, todo parecía haber perdido la vida. La chimenea de mármol a medio apagar, la vieja radio, los sofás, todo.

La imagen que ofrecía el exterior, no era muy alentadora, todo cuanto dejaba ver la niebla estaba encharcado, un trueno de vez en cuando iluminaba la calle, los arboles sacudidos por el viento, hacían un baile algo entretenido pero a la vez desconcertante, las ramas de dichos arboles meneadas a merced del viento, le recordaban a los brazos de un boxeador que está a punto de ser derrotado. La tierra reblandecida por la lluvia se había convertido en un páramo de barro y agua, lo cual era imposible de caminar. El columpio del parque se mecía de modo brusco, como si alguien lo estuviera empujando enfadado.

El anciano empezó a recordar cosas mientras miraba el ventanal, su cabeza albergaba imágenes igual de lúgubres y desoladoras. Recordaba con amargura la última vez que vio a ella. Recordaba su última despedida en el cementerio, grabó a fuego esas palabras en su mente. Evocaba una y otra vez esas palabras, resonando con eco en su cabeza, entremezcladas con palabras dulces que solía decirle al oído. Siguió recordando todos y cada uno de los momentos que habían pasado juntos, todas las veces que se habían abrigado con la manta en las crudas noches de invierno, recordaba el olor de su pelo mezclado con el de la hierba del parque, en el que estaban tumbados muchas tardes hablando de nada.  Pero no podía evitar aquél pequeño suicidio interno. Su corazón se había vuelto frío, y en ese momento sólo quedaba de él un cadáver podrido por dentro e insensible. Ni las estocadas de dolor que le transmitían aquellos recuerdos lograban hacerle llorar. Siguió mirando por la ventana durante toda la tarde, hasta que se quedó dormido con la noticia de la defunción arrugada sobre su regazo.

El anciano finalmente, tras tanto sufrimiento acabó por suicidarse, toda su familia está apenada, ‘el era un hombre feliz’ decía su hija con lagrimas en los ojos, ‘no entiendo porqué lo ha hecho’ decía su hijo con rabia.

Esta historia no es real, pero si apreciáis a vuestros mayores y vais de vez en cuando a visitarlos, ellos os lo agradecerán y podréis evitar situaciones como esta.