Enamorarse es una mierda. Es como
ponerse unos grilletes etéreos que te hacen pensar y sentir las cosas de
otra manera completamente anormal y estúpida.
Es horrible
albergar sentimientos que no queremos tener, no podemos elegir cómo
reacciona nuestro cuerpo en lo relacionado a las emociones. Pero cuanto
más te enfrentes a ello, más sufrimiento tendrás que llevar contigo
mismo. En lugar de darle la espalda a lo que sientes, acéptalo como
parte de ti mismo. Sé consciente de la presencia de esos sentimientos
que te molestan tanto, no intentes echarlos, no se van a ir, y no
intentes ignorarlos, no te van a dejar en paz. Acéptalos, pues forman
parte de ti quieras o no.
Enamorarse es una mierda, el amor es
maravilloso en mi opinión. El amor es el lazo que existe entre dos
personas sean del sexo que sean, de la raza o de la ideología que
tengan. El amor no entiende de disputas ni de maldad, sólo entiende de
perdón, de ganas de ayudar y proteger, de ganas de cuidar a la persona
con la que compartimos ese amor. El amor existe entre padres e hijos, no
sólo entre parejas. Así es como lo veo yo.
Creo que deberías
intentar analizar tus propios sentimientos y aprender a diferenciarlos,
porque muchas veces el amor y el odio se dan la mano, pero ambos son
lazos separados, igual que enamorarse y odiar a alguien. Son
sentimientos muy ligados y muchas veces indistinguibles. Reflexiona
sobre ello.
lunes, 12 de noviembre de 2012
domingo, 11 de noviembre de 2012
Verdades
Hablemos de verdades. No de aquellas que suenan verídicas, no de las que
al oírlas todo parece encajar. Hablemos de auténticas puñaladas, de
esas que cuando uno las comprende y se siente identificado con ellas
siente cómo algo se revuelve en su interior. Hablemos de rayos de luz
que atraviesan nuestra fachada cuando nos enfocan con ellos y alcanzan
un punto dentro de nosotros que rara vez visitamos.
Cada uno tiene una lista de cosas que odia, pero es escueta comparada con todas las cosas que odia y no están en esa lista. Cuando a uno le piden que diga cosas que le gustan, la mayoría de nosotros empieza con un "no sé... Hay muchas". Pero la verdad es que no hay tantas, porque realmente odiamos muchas mas cosas de las que nos gustan. Es fácil darse cuenta de lo que nos molesta, incordia o supone un obstáculo para nosotros. Probablemente si nos preguntasen por cosas que odiamos podríamos dar una lista muy extensa a la que podríamos añadir cosas sin parar. Y aunque intentásemos hacer una lista de aquellas cosas, siempre nos quedarían millones de cosas por decir.
El mundo es un lugar amargo donde sobrevivimos. Cada persona busca su lucero en la oscura noche de nuestras vidas, pero escondida entre millones de estrellas es difícil encontrar una luz que tenga algo de especial. Lo buscamos con la vista, mientras alrededor de nosotros acontecen situaciones que juzgamos con insolencia, como si tuviésemos ese derecho. Y aquellos que creen haberlo encontrado se aferran a su luz de esperanza creyendo que su salvación se encuentra en el camino que le guía aquella estrella que ellos han escogido porque creen más conveniente.
No hay mierda más apestosa que la de uno mismo, pero estamos acostumbrados a nuestros propios olores, así que pasa desapercibida.
Cada uno tiene una lista de cosas que odia, pero es escueta comparada con todas las cosas que odia y no están en esa lista. Cuando a uno le piden que diga cosas que le gustan, la mayoría de nosotros empieza con un "no sé... Hay muchas". Pero la verdad es que no hay tantas, porque realmente odiamos muchas mas cosas de las que nos gustan. Es fácil darse cuenta de lo que nos molesta, incordia o supone un obstáculo para nosotros. Probablemente si nos preguntasen por cosas que odiamos podríamos dar una lista muy extensa a la que podríamos añadir cosas sin parar. Y aunque intentásemos hacer una lista de aquellas cosas, siempre nos quedarían millones de cosas por decir.
El mundo es un lugar amargo donde sobrevivimos. Cada persona busca su lucero en la oscura noche de nuestras vidas, pero escondida entre millones de estrellas es difícil encontrar una luz que tenga algo de especial. Lo buscamos con la vista, mientras alrededor de nosotros acontecen situaciones que juzgamos con insolencia, como si tuviésemos ese derecho. Y aquellos que creen haberlo encontrado se aferran a su luz de esperanza creyendo que su salvación se encuentra en el camino que le guía aquella estrella que ellos han escogido porque creen más conveniente.
No hay mierda más apestosa que la de uno mismo, pero estamos acostumbrados a nuestros propios olores, así que pasa desapercibida.
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