Existía, hace no muchos años, una liga en España en la que jugar con los grandes equipos era una oportunidad, todo un orgullo para jugadores y afición, y no un marrón o una vergüenza.
Había un equipo
llamado Cádiz C. F., otro llamado U. D. Salamanca, otro Numancia, Extremadura U. D... No importaba,
ellos y algunos más podían y de hecho ganaron a los dos grandes, al Real Madrid, al F. C. Barcelona.
Matagigantes, bestias negras y equipos revelación...
Ligas inacabables y disputadas.
Ver a la Real Sociedad luchar por el título hasta el final. Penaltis
decisivos que en A Coruña y Valencia no se olvidarán. Ver al Villareal
hacernos felices con una temporada europea espléndida, maldito penalti de
Riquelme... Ver al Superdepor hacer que nos levantásemos del asiento varias veces,
en un partido inolvidable con el Milán. Disfrutar de una final de la
UEFA donde el representante español, un equipo humilde como el Alavés
nos hizo llorar y comprender que a veces una derrota es una grandísima
victoria.
Derbis tan o incluso más interesantes que el cada año dos veces "partido del siglo", como los vibrantes
Sevilla - Betis, Dépor-Celta, los derbis canarios, y qué decir de los
derbis vascos. Equipos "pequeños" que podían y ganaron la Liga, como el Deportivo, el Valencia, Atlético de Madrid, o la Copa, como el Espanyol, el Getafe, Sevilla, Zaragoza, Mallorca...
Aquello era fútbol señores, y sobre todo... Eso era una LIGA.